Tobías, un joven que vive, en un ambiente rural y sueña con ser torero, conoce el amor gracias a Covadonga, recién llegada al pueblo con sus padres, que trabajan en una prospección que busca petróleo donde no lo hay. La acción se sitúa en alguno de los años últimos del franquismo y los aires de cambio se dejan notar por todas partes y se desean con fuerza. Tobías personifica ese deseo desde el principio, desde que sueña con ser torero para escapar de allí, ser famoso y ganar dinero. O, mucho más sutil, desde que nota un cambio en sus gustos cinematográficos (pág. 46) prefiere los filmes sentimentales a los épicos, primer anuncio de que sus sentimientos amorosos van a aflorar pronto. Tobías empieza a aproximarse al mundo de los adultos, hasta entonces muy lejano, y por primera vez compara sus reacciones con las de los mayores, comienza a comprender y hasta a imitar. Tobías llegará a confundirse con ellos, y eso significará que el aprendizaje toca a su fin: Y mezclado con grupos de hombres y mujeres mayores se marchó andando hacia el pueblo (pág. 139) Pero Tobías no sólo aprende el amor, también que las cosas no son como los mayores dicen, que la duda es una forma de rebeldía y que el paraíso no existe. Y el antaño niño se vuelve adulto cuando abandona a ios hombres y mujeres del pueblo y emprende su propio camino. Lo que queda atrás son pruebas superadas: el franquismo se desmorona- entre otras cosas porque los jóvenes como Tobías han aprendido a desconfiar del dictador- el pueblo envejece y el sueño se acaba: los de la prospección no encontraron petróleo. Ya sólo cabe quedarse a ver morir las ilusiones o emigrar.
Reseña: archivo ABC
