Los vientos dominantes arrastran el hedor a la cercana población de Fuentepelayo, pero muchos días llega a Navalmanzano, Zarzuela del Pinar, Aguilafuente y Lastras de Cuéllar. Son olores «nauseabundos, persistentes y penetrantes», hasta tal punto que la ropa tendida queda impregnada de las partículas en suspensión y la ropa tendida a secar tiene que volver a ser lavada. Es así desde hace dos años y las molestias para los vecinos de Fuentepelayo, sobre todo, y de las demás poblaciones son mayores en verano, cuando llegan a ser «insoportables», motivando el cierre de puertas y ventanas y haciendo difícil «hasta tomarse un aperitivo en una terraza».