Hemos perdido la cuenta de los años que Lastras de Cuéllar lleva sin agua potable. Sabemos que los arsénicos y los nitritos tienen la culpa. Pero, tras el diagnóstico, cabría esperar soluciones.
No puede ser que, a estas alturas del siglo XXI, con el río Cega y el magnífico manantial de las Fuentes de Aguilafuente a tiro de piedra, tengamos que seguir aprovisionándonos de botellas y garrafas, como en los años cincuenta del siglo XX. No puede ser.
Las administraciones responsables de facilitar los servicios mínimos y las infraestructuras a los pueblos nos han abandonado. Aparecemos en los medios de comunicación una y otra vez casi siempre por la misma martingala: los vecinos de Lastras carecen de agua potable en sus casas.
El Ayuntamiento no tiene de recursos para acometer una obra de tal envergadura, pero la Diputación de Segovia y la Junta de Castilla y León, responsables subsidiarias, no se han movido. Y no puede ser.
Años y años dando una imagen penosa, aceptando con resignación esta carencia de un servicio básico que, por lo que vemos, lleva camino de eternizarse. Pedimos a las diferentes administraciones que se impliquen en solucionar un problema que les compete.
No miren a otro sitio, no se parapeten tras los sillones de sus despachos. Tienen una obligación urgente. Lastras pierde población a un ritmo acelerado. La carencia de agua potable es un baldón añadido a los problemas seculares del medio rural.
Queremos agua potable en nuestros grifos. Y la queremos ya.
Lastras de Cuéllar. Mayo, 2020.