Presentamos a la consideración del lector una serie de leyendas recogidas en Segovia referidas a diferentes aspectos de esta provincia (1). Como se ve, algunas son de contenido religioso, mientras que otras tratan de explicar hechos legendarios o misteriosos. Las creencias y las supersticiones corren a veces caminos paralelos.
El primer gran creador y fijador de leyendas en la literatura segoviana fue el fantasioso clérigo don Diego de Colmenares. Su célebre «Historia de la ciudad de Segovia» (2) se encuentra salpicada de leyendas a las que confiere categoría histórica. Comienza su libro atribuyendo la creación de la ciudad al forzudo Hércules. Algunas de aquellas leyendas permanecen vivas en el magín de las gentes, que las siguen contando y recreando.
Tras él, a finales del XIX, otro clérigo tardorromántico, Lorenzo García Huerta, dio a la estampa nuevas creaciones de leyendas que, en muchos casos, debido a su origen culto y a su inclinación patriotera y rebuscada, no llegaron a calar entre las gentes del pueblo.
Por medio de los dos clérigos, hubo otros muchos escritores afanados en ir enredando las leyendas populares hasta hacer de ellas pesados mamotretos. Alguna, como la de la creación del acueducto, que cualquier paisano cuenta en dos minutos, se ha alargado artificiosamente hasta ocupar más de una treintena de páginas que provocan bostezo (3).
En los años sesenta, María del Carmen Díaz Garrido publicó un ramillete de leyendas ligadas a la ciudad que, por ser fieles a la época, rebosaban moralina, tanto en el planteamiento como en los desenlaces. Menos mal que el nudo, es decir, aquello que resulta esencial, felizmente permaneció inalterable (4).
El esquema que se contiene en muchas de estas leyendas, sobre todo en las que aluden a hechos religiosos, y más concretamente a la aparición de la Virgen, se repite por doquier en el resto de España.
Juan Manuel Santamaría, estudioso contemporáneo de la leyenda, con quien hemos tenido ocasión de charlar, se ha encontrado en ocasiones con más de siete versiones escritas, con variantes sustanciales de una misma leyenda. Pero, curiosamente, todas toman como escenario la ciudad o sus aledaños (La mujer muerta), que es donde los escritores, tradicionalmente, han encontrado más eco. Por el contrario, en los pueblos las leyendas, aunque con las variantes lógicas de toda tradición oral, resultan sustancialmente análogas al no haber sido objeto de manipulaciones externas.
LA LEYENDA DEL ACUEDUCTO
Una moza muy guapa, que servía en una casa situada en la zona alta de la ciudad, estaba harta de subir y bajar todos los días a por agua a la fuente que brotaba en la parte baja; eso la obligaba a cargar pesados cántaros. Un día, ganada por el fastidio, dijo:
-Estaría dispuesta a entregar mi alma al diablo con tal de no subir y bajar más a por agua.
El diablo, que la oyó, le dijo:
-Eso está hecho. Yo me encargaré de subirte el agua a la parte alta de la ciudad si cumples tu promesa.
Entonces ella, temerosa, respondió:
-Sí; pero con una condición: que lo consigas en una noche.
A toda prisa comenzó el diablo su obra. No tenía tiempo que perder. La moza, al verle, no podía dormir, llena de inquietud. En realidad, casi ningún vecino pudo dormir con el ruido de las enormes piedras y su colocación. Antes de que el primer rayo de sol asomara, la moza bajó a la fuente y, llena de sorpresa, vio cómo el diablo se afanaba en colocar las últimas piedras del acueducto que había estado construyendo a lo largo de la noche. Aquélla era una obra de titanes. El diablo ya se las veía feliz cuando iba a colocar la última piedra, porque conseguiría el alma de aquella moza tan guapa. Pero justo en ese momento el sol, adelantándose unos instantes a su propia marcha, despuntó por el horizonte.
Así, el acueducto quedó realizado, a falta sólo de una piedra, y la moza y la ciudad pudieron beneficiarse de la llegada del agua sin que el diablo se llevara su alma. Esa moza, cuyo nombre nos ha ocultado la historia, conforma, junto con el acueducto, el escudo de la ciudad de Segovia.
LEYENDA DE LA FUENTE SALADA
Esta leyenda ha sido contada de padres a hijos en el pueblo de Madrona.
Existe una sima en el término de Madrona que está enclavada en un paraje muy bonito, y, según cuentan, en tiempos muy antiguos pasó cerca de allí una reina mora que se iba a casar con un noble cristiano. Le gustó tanto el paisaje que quiso verlo de cerca; pero no se dieron cuenta que delante había arenas movedizas y el carruaje en el que iba la reina mora se metió en estas tierras que se la fueron tragando, así como a los caballos y ocupantes.
El noble cristiano vino a buscarla, y al contarle lo que había pasado, lloró lágrimas de angustia, y tanto lloró que se formó una fuente, que hoy todavía existe, que la llaman la Fuente Salada, y tiene un agua que despide un fuerte olor.
Este agua cura algunas dolencias, como quemaduras, dolores, etc.
También dicen los ancianos del pueblo de Madrona que quien no lo crea vaya a la sima un 7 de junio en plenilunio, y verá una mano apartando el ramaje, y oirá suspiros de mujer y el relinchar de caballos.
Alfonso Cañas, 27 años
HONTORIA
Un poco alejada del barrio de Hontoria está una ermita dedicada a San Antonio. De este santo se cuenta alguna leyenda que ahora voy a relatar.
Cuentan que siempre ha habido rivalidad entre las gentes de La Granja y las de Hontoria, por ver quién se quedaba con el santo. Una de estas veces, los de La Granja quisieron llevarse a San Antonio a su pueblo, sin consentimiento de las gentes de Hontoria. Consiguieron sacarlo de la ermita, pero cuando iban a traspasar los límites de Hontoria, para entrar en los límites de La Granja, el santo se hizo tan pesado que los dos bueyes que tiraban del carro en el que le llevaban no podían arrastrarlo. Los de La Granja, para intentarlo de nuevo, engancharon otra pareja de bueyes al carro, pero tampoco conseguían mover el carro. Esto lo supieron los de Hontoria, y fueron a recuperar el santo; los de La Granja, al ver que no lo podían mover, decidieron que el santo no quería irse a su pueblo. Los de Hontoria fueron al carro, desengancharon a los cuatro bueyes y con un par de vacas muy flacas, consiguieron mover el carro. Al ver semejante milagro, todos supieron que el verdadero lugar del santo estaba donde había estado hasta entonces. Es decir, en la ermita de San Antonio.
PORTENTOSA AVENTURA DE MARIA DEL SALTO
Nos situamos en Segovia del siglo XIII, donde convivían judíos con los demás religiones y comunidades. Los hebreos practicaban cultos religiosos en su sinagoga, y el enlace con otra raza no estaba permitido.
Esther, joven y bella judía, estaba casada con un hombre de su secta, con ritos y costumbres de Israel. Esther se sentía atraída por los católicos; tenía una gran confusión de fe en su mente; se estaba acercando cada vez más al cristianismo y hacia la Madre de Dios.
Una vez enterados los judíos, decidieron eliminarla. Fue calumniada, acusada de mantener relaciones amorosas con un caballero cristiano. Fue juzgada por adulterio, y condenada a muerte por los ancianos hebreos.
La sentencia ordenaba que Esther fuera despeñada desde el punto más alto de las Peñas Granjeras.
Ella imploró llorando, alegando desesperadamente que era inocente. Llegó el día de la ejecución. Cristianos, moriscos y hebreos se concentraron en torno a estas Peñas, por la curiosidad morbosa que despiertan los espectáculos trágicos.
Situada Esther ya al borde del precipicio, sus ojos se alzaron, contemplando la catedral, y pensó en la Virgen. A ella recurrió invocando la divina ayuda:
-¡Virgen María, tú, que ayudas a los cristianos, ten piedad de esta judía!
Los verdugos arrojaron al vacío el cuerpo de Esther. Se produjo el milagro: la hebrea, transportada por invisibles manos, fue suavemente conducida al fondo del abismo y dulcemente depositada en el suelo. No sufrió ningún daño, ni siquiera arañazos.
La multitud, esperando encontrar el cadáver, halló a ésta de rodillas, mirando hacia el cielo y gritando a todos el milagro que había salvado .su vida.
LA VIRGEN DE LA SOTERRAÑA
Ocurrió este milagro a finales del siglo XIV, en la villa de Santa María la Real de Nieva.
Dicen que allá por los años setecientos, cuando los moros invadieron la Península, los vecinos de este pueblo escondieron la imagen que veneraban. Pasaron siglos antes de que pudieran recuperar los territorios arrebatados por los árabes y nadie sabía de aquel hecho ni recordaba dónde se guardaba la imagen, ya que los que la escondieron se habían muerto cientos de años antes y el recuerdo se había borrado con el paso de las generaciones.
Setecientos años después, un joven pastor guardaba sus rebaños en aquellos terrenos. Se llamaba Pedro Amador y fue elegido como personaje principal del milagroso acontecimiento.
Pedro descansaba, mirando distraidamente cómo pastaban las ovejas. Todo era paz y silencio cuando vio que ante sus ojos aparecía la Virgen María, y le dijo:
-Ve a Segovia y dile al obispo que entre las peñas de este monte se encuentra una imagen mía. Que la haga sacar y levante un altar en el mismo lugar en que aparezca.
Pedro obedeció todo lo que le dijo la Virgen, pero nadie le creyó. El obispo le dijo que continuara cuidando sus ovejas y que si volvía a aparecérsele la Virgen que le dejara una muestra.
Volvió a los pocos días a aparecer la Virgen; le puso una piedra pizarrosa en sus manos y le dijo:
-Vuelve a Segovia. Nadie, excepto el obispo, podrá separar este trozo de pizarra de tu mano.
Y, en efecto, aunque fueron muchos los que intentaron arrebatarle la piedra, sólo el obispo consiguió desprenderla de la mano.
Fueron entonces al pizarral y, tras una larga búsqueda, encontraron la imagen enterrada. Allí levantaron un santuario, y dentro, un altar para la Virgen, que llamaron Soterraña. Y cerca de ella se conserva la sepultura del pastorcillo, Pedro Amador, que en vida ejerciera de ermitaño.
LA CIUDAD ENTERRADA DE MOCLIN
Lo que ahora constituye el pequeño pueblo de Pinarnegrillo (Segovia) se cree que fue en su día una gran ciudad conocida en su época con el nombre de Moclín. A consecuencia de enfrentamientos entre las dos familias más poderosas, murió la hija de una de estas familias y fue enterrada en el lugar cercano conocido como Temeroso, junto con legajos en los que se refiere la historia de Moclín y un cofre que guardaba todas las riquezas de oro de la familia. Conoció después Moclín la adversidad y el despoblamiento.
Sólo una persona elegida puede encontrar ahora la tumba y el tesoro, por lo que es inútil que ningún otro vaya a buscarlo. Pero no hay que descuidar, cualquiera puede ser el elegido. Y si se tarda mucho en descubrir el tesoro, el oro que allí hay paulatinamente se convertiría en plata, y luego la plata, en cobre, y el cobre, en plomo…
Contó: María Engenia de Santos.
LA VERA CRUZ: LOS TEMPLARIOS Y LA SANTA RELIQUIA
1. Un templario murió en la puerta de la Vera Cruz defendiendo la Santa Reliquia. Su cadáver se instaló dentro de la iglesia para que fuera velado por los caballeros. Por la noche los caballeros se fueron a sus casas dejando solo el cadáver, mientras tanto las chovas y los grajos picotearon el cuerpo hasta dejarlo en los huesos. A la mañana siguiente, cuando encontraron el cadáver en dicho estado, el prior de la Orden maldijo a todas las chovas y a todos los grajos, prohibiéndoles que nunca se posaran en dicho templo. Desde entonces nunca se han vuelto a posar en la Vera Cruz.
También se cuenta que durante muchos siglos las golondrinas han anidado en la Vera Cruz, y esto fue en la época en que estuvo allí guardada a Santa Reliquia. Las golondrinas nos recordaban que habían sido ellas las que habían quitado las espinas de la corona de Jesucristo, y también querían guardar la Santa Reliquia mientras estaba en el templo.
2. Hay otra leyenda que cuenta que bajo la cripta hay unos calabozos donde se escondieron los templarios durante su persecución, y que aún hoy siguen vivos esperando que puedan salir sin ser perseguidos y poderse hacer cargo otra vez de la Vera Cruz. Y si alguien levantara las piedras sufriría radiaciones y otros males.
3. También se dice que hay una cámara pequeña, al lado del cimborrio, en la que los templarios guardaban sus tesoros, y que, como en la anterior, nadie deberá encontrarlos.
4. Hay un día al año, y se dice que coincide con el día que por primera vez se trajo la Santa Reliquia al templo, que unos minutos antes del amanecer el templo queda invadido por una luz misteriosa.
Informante: Francisca Mateo Luciáñez. 76 años. Vecina de Zamarramala.
LEYENDA DE LA VIRGEN DEL HENAR
Según la leyenda, la imagen de esta Virgen fue traída a España por San Geroteo, primer obispo legendario de Segovia, y colocada en el vallecito del Henar. Allí estuvo hasta que con la invasión árabe hubo de ser escondida para evitar su profanación.
Un vecino de la aldea, llamado Sancho Martín, tomó a la Virgen y la llevó al lugar indicado por los santos segovianos Frutos, Valentín y Engracia. La enterró con un cirio encendido y cubrió todo con losas y tierra.
Allí estuvo enterrada la imagen hasta que por el año 1580, según el cura de Cogeces del Monte, se apareció de este modo:
Estando un pastorcillo del pueblo de Viloria pastoreando sus ganados en el término del Henar, vio a una Señora de gran belleza, que entabló así un diálogo con él:
-Niño, ve y dile a tu padre que venga a este lugar.
-No puedo, Señora, porque no debo abandonar el ganado -replicó el muchacho.
-Anda, que yo misma cuidaré de él. No temas -le dijo la Señora.
Fue el muchacho al pueblo y comunicó a su padre el mandato de «una Señora muy hermosa». Su padre no le creyó y le riñó por haber dejado abandonado el rebaño. Volvió el muchacho y dijo a la Virgen:
-Señora, ya le dije a mi padre lo que me mandó, pero no me ha creído y me ha reñido mucho.
-Toma esta piedra y tírasela a aquella oveja que se ha desmandado -le dijo la Virgen.
-No puedo, Señora, por que soy manco -respondió el muchacho.
-Anda, toma y tírasela -insistió la Virgen.
Cumplió el muchacho con el mandato, y al punto quedó sanado su brazo.
-Vuelve a llamar a tu padre y dile que por esta señal de salud debe creer que le llama, de verdad, una Señora.
Volvió el zagal al pueblo. Al ver su padre el milagro, acudió con diligencia y vio a una Señora que le dijo:
-Soy Santa María del Henar. He estado aquí oculta mucho tiempo. Cava y hallarás mi imagen, a la que construirás una capilla en aquel lugar donde estuvo antes.
Y desapareció de su vista.
Repuestos de aquel sobresalto, padre e hijo hicieron lo que la Señora les había ordenado. Y quitando las losas, hallaron la imagen de la Virgen con un cirio encendido al lado. La sacaron y brotó inmediatamente un manantial, que desde entonces se llama Fuente del Cirio.
Tomaron la imagen, la llevaron al lugar indicado y allí le hicieron una rústica cabaña. Luego fueron a Cuéllar a dar parte de lo sucedido. Pero mientras iban sucedió que un labrador pasó por allí y al ver abandonada a la imagen, la tomó y la acomodó en su carro para llevársela a su pueblo. Pero al llegar al puentecillo de piedra que estaba a unos setenta pasos, los bueyes se pararon y no hubo fuerza humana que les hiciera dar un solo paso. Entendiendo que era voluntad de la Virgen el quedarse allí, allí la dejó.
Mientras tanto los pastores habían dado aviso a las autoridades y vecinos de Cuéllar, quienes al oir las maravillas, fueron a venerar a la Virgen. Al verla tan pobremente instalada, quisieron llevársela a Cuéllar, pero no les fue posible moverla. Marcharon disgustados, pero días después volvieron para hacerle una ermita.
Santa María del Henar fue declarada por Pío XII Patrona de los resineros españoles, que celebran su fiesta el día 29 de mayo.
LA BRUJA
Según la leyenda, existía en Balisa una bruja, tan malvada y con tantos poderes que tenía atemorizado a todo el pueblo. Salía durante la noche para realizar sus picias, y se ocultaba por el día en su escondrijo, situado bajo tierra, al otro lado del arroyo que le separaba del pueblo.
Uno de los entretenimientos que más divertía a la bruja era el desbaratar los viñedos, diversión que enfurecía sobremanera a los vecinos, que, cansados y cada vez más temerosos de ella y de sus poderes, decidieron inventar un plan para terminar con aquella situación.
Acordaron recoger la piedra más grande que hubiera en el pueblo y colocarla en la boca del agujero que servía de escondite a la bruja. De forma que nunca pudiera salir; pero, además, para destruir su magia, coronaron a la gran piedra con una cruz del mismo material. Esta memorable piedra se la conoce desde entonces como el «BOTON », con el que se cerró para siempre el fastidioso embrujo.
Pero lo más sorprendente fue que al poco tiempo en lo más alto de la piedra empezó a crecer una parra de uvas que todavía se conserva allí en memoria, tal vez, de las que fueron destruidas por la bruja.
Recogida en Balisa. Herenia Pérez. 76 años.
EL CABALLERO TEMPLARIO
Cuando la Corte residía a temporadas en su palacio de Valsaín, un caballero templario, que, como tal, tenía voto de castidad, se enamoró de una de las cortesanas que allí residía. Durante cierto tiempo se estuvieron viendo en un lugar camino del paso de la Fuenfría. Pero sucedió que su secreto fue descubierto, no volviéndose a ver ambos enamorados. Y se dice que si una joven pasa por allí al atardecer, puede aparecérsela el caballero templario y ofrecerle una flor.
D. ALVARO DE LUNA
Sucedió en el Alcázar, durante el reinado de Juan II, que tenía como valido a don Alvaro de Luna. Los nobles estuvieron presionando al rey para que se deshiciera de él, y así fue: mandó que fuera guillotinado. Pasado un tiempo de la ejecución, estando Juan II en sus aposentos se le apareció su antiguo valido trayendo entre sus manos su cabeza. De la impresión, el rey sufrió un grave ataque, que, según algunos, le llevó a la muerte. Pero el fantasma de don Alvaro se aparece aún alguna vez todavía en las estancias del Alcázar .
LA HIGUERA
En un paraje, alrededor del pueblo de La Higuera, cuyo término era todo de viñedos, vivían dos hermanas: Santa Hita y Santa Quiteria. Estas dos hermanas estaban casadas con dos hermanos que a causa de las borracheras que éstos cogían, les daban grandes palizas. Estas maldecían las viñas y se lamentaban de no tener poder para convertirlas en otro fruto. Dios, que las escuchaba, un día les preguntó que en qué querían que se convirtieran las viñas. Una dijo que en higos, y la otra, que en brevas, y Dios las premió sembrando el término con higueras, que es el árbol que da dos frutos: higos y brevas.
VIRGEN DE LA APARECIDA
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, estando unos pastores construyendo una cabaña para sus ovejas, encontraron restos humanos, y entre ellos estaba una Virgen.
Sorprendidos por este descubrimiento, corrieron a dar la noticia a sus vecinos de Valverde del Majano. Ante esta gran noticia, con gran alegría, todos los vecinos del pueblo decidieron construir una ermita en su honor, más abajo del cerro donde fue hallada la Virgen. Pero los vecinos no salían de su asombro cuando después del trabajo de cada día para levantar la ermita descubrían que durante la noche era destruido y aparecían en el suelo. Sólo después de mucho pensar, decidieron construir la ermita en lo alto del cerro y lo consiguieron sin contratiempos. Y allí es venerada actualmente.
Este hecho también conmovió a Segovia cuando conocieron los acontecimientos vividos. Entonces algunas segovianas pensaron que esa Virgen podría pertenecer a Segovia y que habría sido enterrada allí para esconderla de las hordas sarracenas. Entonces estas segovianas decidieron llevarse durante la noche a la Virgen a Segovia. Llegaron a la ermita y la cargaron en una carreta tirada por dos bueyes. Todas vieron que los bueyes no se movían de la ermita por más que les jaleaban. Engancharon, entonces, una segunda pareja; pero todo resultó en vano. Perplejas por lo que estaban viendo, decidieron bajar de la carreta a la Virgen y dejarla en el pedestal que ocupa y ocupará a través de los tiempos.
MILAGRO DE LA VIRGEN DE OÑEZ
Mucho tiempo atrás cuenta la leyenda que una noche de gran tormenta se perdió un niño en los parajes que rodean la ermita de la Virgen de Oñez. Cansados todos los hombres y mujeres del pueblo de Anaya de buscarle, se retiraron a sus casas.
Para gran sorpresa de todos, a la mañana siguiente, cuando reanudaron la búsqueda, hallaron al pequeño en la ermita.
Todos se preguntaban cómo sería posible que hubiera llegado hasta allí. El niño respondió que durante la noche, cuando se hallaba perdido en la espesura del monte, una Señora con el rostro iluminado le había conducido hasta la ermita, y allí, sobre dos bancos, le preparó el lecho, velándole el sueño.
EL CAMIONERO DE HOYUELOS
No hace más de veinte años viajaba un hombre de Hoyuelos, entrado en edad, con una vaca dentro del camión por la carretera de Anaya. Era aquélla una noche de tormenta, y al llegar al puente del río Moros, cerca de la ermita de Oñez, tuvo este hombre un accidente. Volcó el camión con la vaca en su interior, quedando el hombre inconsciente. Pero no tuvo el suceso un final trágico, pues tanto el camionero como la vaca aparecieron a la mañana siguiente a la puerta de la ermita de la Virgen de Oñez sin un rasguño. El camión, sin embargo, quedó hecho cisco.
Recogido a Magloria Manso, de Anaya (Segovia.)
MILAGRO DEL CRISTO DE LUMBRERAS
Hace más de un siglo y medio, en un agregado del pueblo de Lastras del Pozo, cuyo nombre es Castellana, tuvo lugar el siguiente suceso: tenía el molinero un hijo de corta edad que, jugando, cayó al pozo de la noria del molino, de donde es imposible salir por medios propios y donde resulta inútil cualquier ayuda que se pretenda desde fuera. Entonces, la abuela encomendó su nieto al Cristo de Lumbreras. Este se apareció en la cruz y salvó al niño, que quedó fuera del agua, a la orilla del cauce.
Una prueba fehaciente es la pintura que retrata el mismo hecho y que en la actualidad se encuentra en la iglesia parroquial del citado pueblo.
Contó: Fidencia Marugán. 89 años, en Lastras del Pozo.
EL MONTON DE TRIGO y EL MONTON DE PAJA
Un día, por la carretera de Torrededondo, iban caminando dos mendigos descalzos y muy hambrientos. Al ver que en ese pueblo la cosecha había sido muy buena, pensaron en quedarse.
Una de las eras que había a la entrada del pueblo, más repleta que ninguna, tenía ya la trilla terminada. Su dueño era uno de los hombres más ricos del pueblo y también el más avaro.
Los mendigos entraron en la era del campesino avaro y fueron a pedirle limosna, pero el avaro les contestó que no podía darles nada porque ese año había tenido muy mala cosecha. Los dos pobres le replicaron que quizá sin darse cuenta les estaba faltando a la verdad, pues tenían allí delante dos montones, uno de trigo y otro de paja. El campesino les llamó vanidosos y miserables porque esos dos montones eran tierra árida y seca.
No había terminado de señalar los montones cuando vio que se habían convertido en tierra; dicen que hasta se convirtió en piedra la medida con la que pensaba contar el trigo.
El labriego, después del susto que se llevó, cambió de modo de ser; nunca volvió a mentir y se dedicó a dar limosna, empezando por los dos mendigos, a los que ofreció trabajo y techo.
Hoy día siguen allí los dos montones de tierra y hasta la casa donde vivió el campesino.
Gloria Martín Prieto. 57 años. Segovia.
EL NIÑO DESNUTRIDO
Esta historia ocurrió en Encinillas, hace muchos años.
Una mujer del pueblo llevó a su hijo recién nacido al médico, porque el niño no cogía peso. El médico dijo que el niño estaba desnutrido y que no se alimentaba. La madre contestó que eso era imposible, que ella le daba el pecho todas las noches y le sentía succionar.
La vida del niño corría peligro; los vecinos del pueblo se preocupaban y pensaban que ocurría algo, por lo que una noche, antes de que la madre alimentara al niño, echaron cenizas por el suelo del cuarto. Cuando entraron vieron por el suelo el rastro de un reptil, que llegaba hasta donde estaba la madre.
A la noche siguiente esperaron al reptil y le mataron. Era una culebra común, de las muchas que había por el pueblo.
También observaron que mientras ella se alimentaba del pecho de la mujer, metía su cola en la boca del bebé para que no llorara.
Pedro Velasco Ronano, 31 años. Encinillas.
LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS
La leyenda se desarrolla en Abades.
La niña Baltasara estaba con su madre en el campo. La niña quería coger un jilguerillo que había visto en un árbol que estaba haciendo sombra a una gran charca. La niña, al intentar cogerlo, se cayó a la charca. La madre, al ver que su hija se ahogaba, corrió a pedir ayuda implorando a la Virgen de los Remedios que salvara a su hija, y al momento apareció la niña sana y salva. Baltasara respondió a las preguntas de su madre diciendo que una Señora con una corona y vestida de oro la había salvado. Hay un cuadro en la sacristía sobre el milagro de la Virgen.
Frutos Nogales, 62 años. Revenga.
LA VIRGEN DEL SOTO
En la guerra estaba situado el frente cerca de la ermita de la Virgen del Soto. Los soldados corrieron a refugiarse en la ermita, pues estaban siendo bombardeados desde distintos puntos. Los soldados se encomendaron a la Virgen del Soto pidiendo que no les tocase y que si les tocaba alguna bala que les tocara bien. Bombardearon la ermita incesantemente, pero ninguna bomba cayó sobre ella. Aún pueden verse los agujeros que dejaron las bombas.
Lorenza Alonso, 58 años.
Rosario Nevado, 48 años. Revenga.
LA PEDIGÜEÑA
Hay en la ermita de Lastras de Cuéllar, una imagen muy vieja de Santa Elena, conocida popularmente como «La Pedigüeña». A esta imagen le iban a pedir agua los vecinos en caso de sequía. Para ello se juntaban en procesión hasta la cercana fuente de Santa María de Salcedón, que está situada en un prado inmediato. Sumergían la imagen y casi siempre concedía agua al poco tiempo.
Un año, tras una sequía muy prolongada, se decidieron los vecinos a sacar a «La Pedigüeña». y, en efecto, tras sumergirla, comenzó a llover y a llover; tanto que los vecinos llegaron a sus casas contentísimos y empapados. Pero lo peor era que seguía lloviendo y lloviendo sin parar . Así pasaron ocho días. y como ya estaban alarmados y pidiendo que cesara aquel diluvio, se acercaron dos hombres hasta la fuente. En ella encontraron flotando un resto de madera que se había desprendido de la imagen de «La Pedigüeña». Sacarlo del agua y escampar, todo fue uno.
EL PRADO DE SANTA MARIA
En el prado de Santa María de Salcedón, de Lastras de Cuéllar, hay en el centro un lugar muy pantanoso y húmedo. Se dice que antes de que construyeran la actual carretera que lo atraviesa, pasó por allí un carretero con sus bueyes bien enjaezados, que llevaban al cuello un collar con campanillas. Justo en la mitad del prado, donde hay más agua, quedó la carreta atollada. El carretero, entonces, comenzó a blasfemar. y conforme más blasfemaba, más se hundían los bueyes, la carreta y él mismo. Así siguió blasfemando hasta que cavó su propia sepultura y la de los bueyes.
Todavía hoy, cuando pasan camiones por la carretera y se estremece la tierra, si se pone atención, se escucha el sonido de las esquilas.
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NOTAS
(1) En la recopilación de buena parte de estas leyendas participaron las alumnas del curso de Guías de Turismo, celebrado en Segovia durante el último trimestre de 1989 por iniciativa del Ayuntamiento y patrocinado por la Junta de Castilla y León, en el que impartimos el área de Tradiciones y Costumbres. Estos son los nombres de las alumnas que colaboraron: Ana María Pérez, Nuria Cerezo Manrique, Ana Isabel Mateo de Andrés, María José Avial, Belén Vicente Rodado, Pepa Hernán Roda, Nuria Zúñiga, Neila García Aragón y Carmen Elvira.
(2) Su referencia bibliográfica exacta es ésta: «Historia de la Insigne Ciudad de Segovia y Compendio de las Historias de Castilla. » Academia de Historia y Arte de San Quirce. Segovia, 1982.
(3) Nos referimos a la versión de Antonio Corrales y Sánchez publicada en Madrid en 1889 y que reproduce Aurelio García Gallardo en “Supervivencia de una obra hidráulica. El. Acueducto de Segovia.» Segovia, 1975.
(4) Leyendas Segovianas, dos tomos. Publicados por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia.
Puedes en contrar el articulo original en: Revista de folklore nº 122