
El gurriato zurdo
Texto y fotografías: Juan Carlos Garrido Sanz Recuerdo que cada 10 de julio con motivo de la celebración de San Cristóbal, en las ocasiones que estábamos en el pueblo, mis padres llevaban su lustroso Seat 850 a la cuesta de la iglesia, allí esperaba el cura, hisopo en mano, que así se llama ese artilugio que te mojaba con agua bendita, bendiciendo coches, tractores y todo tipo de vehículo que pasara delante de él. Después y todos juntos, íbamos al prado, donde todo el mundo y repartidos por familias daban buena cuenta de tortillas, lomo, chorizo de la olla y todas aquellas cosas tan ricas y suculentas. Como niño curioso y amante de las aves que era, en el momento que podía me escapaba y me dirigía al pinar cercano, el de los “quemaos”. Este pinar tenía una característica y es que sus pinos tenían un porte muy grande y